the devil’s in the details 

Stevie Dix, L21



Pregunté a Stevie por el tatuaje que dejaba ver la manga de su chaqueta: una esbelta serpiente en blanco y negro, que se enrolla en su muñeca sin llegar a apretarla y parece trepar por su mano. Hablamos de este y otros temas, en una animada charla que se alargó hasta caer la noche alrededor.


Este tipo de conversaciones con personas a las que conocemos desde hace poco tiempo dejan un poso que puede durar días, si no más, hasta desvanecerse por completo. De modo que atesoré la imagen de la serpiente y continué pensando en los días posteriores acerca de las razones que pueden llevar a tatuarse en la piel un símbolo tan complejo, tan negativamente cargado en la tradición cristiana. Tradición que, por otra parte, tiene un peso nada desdeñable en la Bélgica natal de la artista. La tentación del diablo tiene escamas y una lengua bífida:


“La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”1


La representación del pecado en el génesis, pero también la seductora curiosidad que “pica”, y el atrevimiento femenino. Esa picadura es rápida como un relámpago, una sacudida puede afectar de manera similar a como lo hacen algunos de estos cuadros. Si bien la serpiente es el más recurrente, hay otros símbolos en las pinturas de Stevie Dix, algunos de ellos se reconocen fácilmente, mientras otros quedan en penumbra como enigmas… la silueta de una palmera negra se recorta en el desierto, una pelota encendida como un meteorito que cae, la media luna que se desdobla.


Además de una rica simbología de carácter personal, en ocasiones incluso biográfico, la pintura de Stevie Dix configura un territorio en sí mismo, colmado de luces, sombras, detalles inesperados. Al perderse por él se dejan ver cosas que permanecían ocultas: las fluctuantes tonalidades de una oscuridad que se torna a veces rojiza como una llama, otras azulada como un anochecer de otoño. Y, por supuesto, en cuatro de estas pinturas está presente la eterna curva de la serpiente que se desliza por la superficie. Pero esta vez son los detalles, si se mira y escucha con atención, los que sisean y hablan de tentaciones prohibidas.


1. Génesis 3:1.
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Palma, 2018

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Fotografías:Natasha Lebedeva, cortesía de L21.