los nuevos peregrinos


Publicado en Revista Desbandada, 2017



Una peregrinación es por definición una búsqueda: de redención, de iluminación o verdad en su acepción religiosa. Dicha búsqueda se materializa generalmente como itinerario a pie en el cual los peregrinos deben recolectar pruebas tangibles de su recorrido en una serie de lugares y encuentros que marcan hitos en el camino.


Las primeras peregrinaciones cristianas de las que se tiene registro histórico datan del siglo IV y los destinos más recurrentes eran Tierra Santa, el Vaticano y aquellas iglesias europeas para las cuales se inventaban reliquias sagradas, objetos o bien los restos de hombres santificados por una Iglesia que veía crecer su poder en el despuntar de la Alta Edad Media. Actualmente, las viejas peregrinaciones han perdido buena parte de su significado religioso y espiritual para convertirse en un viaje compartido o incluso en un plan turístico. El ejemplo paradigmático lo ofrece el Camino de Santiago, en el que la religiosidad ocupa hoy un papel muy secundario para muchos peregrinos. ¿Podemos hablar por tanto de peregrinaciones completamente secularizadas? De ser así, ¿qué es lo que las caracteriza?


No es nueva la comparación entre el arte y la religión o, más bien, entre los espacios artísticos y los espacios religiosos. Tradicionalmente se ha concebido a museos e iglesias como lugares silenciosos de contemplación y escucha o, incluso, lugares en los que acontecen rituales colectivos y el fenómeno de la catarsis. No obstante, los museos, herencia del pensamiento y la filosofía ilustrada, tienen como principal función, en palabras kantianas, “la salida del hombre de su minoría de edad” y el despliegue de sus capacidades intelectuales, esto es, el aprendizaje; mientras que el principal fin de las iglesias es la salvación del hombre en un mundo supraterreno a través de la comunión con Dios, lo que en la mayoría de los casos conlleva también el adoctrinamiento religioso. Las diferencias no son desdeñables.


Lejos de mi intención recuperar en este breve escrito el ímpetu de la crítica nietzscheana, dirigida tanto a la escatología religiosa como a supuesta razón ilustrada. Más bien me gustaría retomar el tema del peregrinaje a la luz de la comparación entre las prácticas artísticas y las religiosas para entender la aparición en Europa de una nueva especie de peregrinos que pertenecen al mundo artístico, un mundo que quisiera comprender alejado de interpretaciones místicas. En Alternative Space, la crítica de arte e historiadora feminista Rosalyn Deutsche ya adelantó que “el arte nunca está realmente fuera de la ciudad”, en tanto las ciudades se erigen como centros de producción y recepción artística. Por ello mismo, el destino de estas nuevas peregrinaciones protagonizadas por los agentes artísticos son las grandes capitales europeas, en concreto, Londres y Berlín. En ambas ciudades se concentran las instituciones educativas que lideran las aspiraciones de los estudiantes de arte, así como el mayor número de instituciones culturales, grandes museos, espacios independientes y galerías comerciales.


En una ocasión subí a un tren en Edimburgo para visitar una exposición en Londres y disfrutar del embalsamamiento de las grandes figuras del arte conceptual británico en las salas de la Tate Britain. Mi viaje en tren fue un trayecto de cuatro horas contemplando un paisaje cambiante pero siempre lluvioso. Sin embargo, no faltan ejemplos de verdaderas peregrinaciones hacia las capitales del arte contemporáneo. Hay quien, fiel a la tradición del peregrino medieval, decide caminar.


Es paradigmático el caso de la artista suiza Marinka Limat. En verano de 2013 realizó una caminata desde su Friburgo natal hasta la capital artística que es Berlín. En ese recorrido de 1100 km, la artista se detuvo en más cincuenta instituciones artísticas, para ser bendecida “en el nombre del arte”. Después de su primera performance, Limat ha realizado otros peregrinajes artísticos (Kunstpilgerreisen), el último de ellos atravesando más de nueve países para conectar a pie Kassel y Atenas, las dos sedes de la Documenta 14.


Aunque sin duda el suyo es un ejemplo radical de creatividad e ironía, Limat es una de los muchos peregrinos que hemos acabado reunidos en los templos artísticos de la capital alemana. Desde muy diversos puntos del territorio europeo convergemos aquí, en una ciudad que hace dos décadas estaba semivacía y hoy enfrenta un proceso de gentrificación que es una espiral violenta e imparable, en un idioma tan complejo que siempre revela nuestra condición de extranjeros, de Wahlberliner y Wahlberlinerinnen. ¿Cuál es el motivo de esta masiva peregrinación contemporánea? No es otra que la búsqueda secular, y en muchos casos precaria, de la profesionalización artística.










Jakobs Brueder, 1568





















Marinka Limat, KPR-1: Fribourg, CH — Berlin, DE, 1100 km, 65 days, 2013 (Cortesía de la artista: https://kunstpilgerreise.ch/en/1/ )