monumentos provotarios: sobre las connotaciones simbólicas del monumento en las protestas y acciones Provo


Publicado en Arte y Ciudad, 2021 


Provo fue un movimiento revolucionario que desarrolló su actividad en Ámsterdam entre 1965 y 1967. Una de sus estrategias de uso del espacio público fue la reunión en torno a diferentes monumentos cívicos de la ciudad con el objetivo de apropiar y subvertir su simbología. En el presente artículo se revisa la historia del movimiento en relación a tres monumentos de Ámsterdam que cumplieron un papel determinante en sus protestas y acciones: Het Lieverdje, escenario de la lucha antitabaco y de la consolidación de Provo, el monumento del general Van Heutsz, donde se produce el cuestionamiento del pasado colonial neerlandés, y el Dokwerker, lugar en el que comienzan las revueltas del 10 de marzo de 1966 y del 14 de junio de ese mismo año.



La naturaleza urbana de Provo


A lo largo de su existencia, de 1965 a 1967, el grupo Provo llevó a cabo numerosas protestas, reuniones, acciones y manifestaciones públicas. La ocupación del espacio urbano fue fundamental para este movimiento revolucionario anarquista que se gestó y desarrolló en las calles de Ámsterdam y, especialmente, del llamado Centro Mágico1. Además de su ideología libertaria, dos de las características más destacables de Provo fueron el empleo de una creatividad desbordada y su naturaleza urbana o callejera. La primera se materializó en las publicaciones periódicas de la revista Provo, en sus recurrentes y mordaces juegos de palabras y en los Planes Blancos2. La segunda se manifestó en las numerosas acciones y happenings de protesta emprendidos por el grupo e incluso en su campaña electoral para las elecciones al Ayuntamiento de Ámsterdam y permitió a Provo entrar en contacto con otros colectivos sociales de izquierda como asociaciones estudiantiles o activistas, los denominados nozems y grupos sindicales de trabajadores.

Durante los años en que se desarrolló la actividad del grupo, el espacio urbano de Ámsterdam se convirtió en un campo de batalla sociopolítica y de revolución cultural. Sus calles y canales fueron el escenario perfecto para la provocación rabiosamente joven que desafiaba toda manifestación de autoritarismo en la capital neerlandesa y toda forma de vida estereotipada, algo contra lo que también se alzaron los estudiantes y trabajadores en el Mayo parisino del 68. En el caso de Ámsterdam, cabe mencionar dos fechas significativas: las protestas multitudinarias del 10 de marzo de 1966 y la revuelta del 14 de junio de ese mismo año.

Si bien el uso del espacio público con fines de protesta fue evolucionando a lo largo de la breve, pero enérgica, vida de Provo, es posible señalar dos formas o estrategias fundamentales: la marcha por determinadas calles de la ciudad, sobre todo en las fechas de la revuelta, y la reunión en torno a un monumento con altas connotaciones simbólicas que son apropiables por el grupo. En este escrito me centraré en la segunda estrategia y analizaré tres monumentos que tuvieron una presencia importante en la historia del movimiento: Het Lieverdje en el Spui, el monumento del general Van Heutsz y el monumento Dokwerker en el barrio judío de la ciudad. Se trata de tres contextos significativos que pondré en relación con la evolución y las problemáticas del grupo mientras estuvo activo.



Lógica y funciones del monumento 


_Lógica del monumento según Rosalind Krauss


En su famoso ensayo La escultura en el campo expandido, Rosalind Krauss analiza las transformaciones en las prácticas escultóricas de los años sesenta y setenta que conducen a una ampliación del campo disciplinar, es decir, de aquello que puede llamarse propiamente escultura. En la primera parte del ensayo, la autora expone el desvanecimiento de la “lógica del monumento” (Krauss, 1985: 63), el cual sitúa temporalmente a finales del siglo XIX. Gracias a dicho colapso la escultura podrá emprender su propio camino independizada del pedestal y de la lógica del monumento de la que, hasta entonces, había sido inseparable. ¿Cuál es, según Krauss, esta lógica del monumento? Fundamentalmente se basa en tres aspectos interconectados: la representación conmemorativa, la relación con el lugar y las connotaciones simbólicas del mismo. Es decir, el monumento “se asienta en un lugar concreto y habla en una lengua simbólica acerca del significado o uso de ese lugar.” (Krauss, 1985: 63)

Si nos adscribimos a las teorías de Krauss, el monumento diceel lugar en base a los valores simbólicos que representa. El monumento habla y todo hablar, toda lengua, aunque se trate de una lengua simbólica, socializa, reúne en torno a sí y nos convierte en animales políticos. Como tales, nos reunimos en torno a aquello que dice, aunque sea, y este es sin duda el caso de los Provo, para cuestionar lo dicho. La lengua es al mismo tiempo productora de espacio simbólico, social y político. De hecho, su capacidad para generar estos espacios entra en conexión con al menos una de las funciones del monumento descritas a continuación.

 

_El orden espacial y la emergencia de la política


El filósofo Félix Duque ha analizado también el monumento y su relación con el espacio político, si bien desde una perspectiva mucho más funcionalista: ¿para qué sirve el monumento? Duque señala dos funciones que se relacionan con la emergencia de un espacio político. La primera de ellas, refiere al en-torno del monumento. Es decir, dado que el emplazamiento del monumento es un espacio abierto, por ejemplo, una plaza, el espacio urbano abierto por el monumento permite la reunión de un conjunto de personas alrededor del mismo. En palabras de Duque, el modo de espaciar del monumento se caracteriza por un “hacer sitio” público y, consecuentemente, también por un “hacerle sitio al público”. (Duque, 2001: 112)

Esta ambivalencia se aprecia con claridad en las dos fotografías del Monumento Nacional. La primera corresponde a su inauguración y en ella las autoridades de la ciudad han orquestado un uso conmemorativo del espacio abierto por el monumento en la Damplatz. Dicho espacio permanece vacío mientras los cuerpos ocupan su lugar, guardando la distancia respetuosa que exige la solemnidad de la ceremonia. En la segunda imagen el espacio abierto por el monumento está ocupado por cuerpos que hacen de él un uso recreativo o lúdico. Los jóvenes de la ciudad disfrutan del sol en un día de verano y se reúnen en torno al monumento, cuya representación conmemorativa ha pasado a un segundo plano.

Algo similar ocurrió en la formación y evolución del grupo Provo, cuyos integrantes entraron en contacto a partir de las reuniones semanales que Grootveld organizaba a los pies del Het Lieverdje, situado en un ensanchamiento de la Spuistraat. El espacio circundante reservado para la contemplación y celebración de los valores del monumento, que implica un cierto grado de adoctrinamiento político e ideológico de la ciudadanía en base a la representación conmemorativa; puede dar pie a la emergencia de un espacio crítico de ciudadanía que cuestiona los valores representados por el monumento. De este modo, el espacio en-torno al monumento se vuelve polivalente, en tanto conviven en él usos previstos, cercanos a los presupuestos de la policía3  en el lenguaje del filósofo Jacques Rancière, y una serie de usos imprevistos, o incluso disensuales, que traen consigo la emergencia de la política. (Rancière, 1996)


 

_El orden temporal y el lugar de la memoria 


El monumento no solo está sujeto a un orden espacial, sino también a un orden temporal, pues su presencia responde a la segunda función señalada por Duque, a saber, la de enlazar pasado y presente. Se convertiría, por tanto

“en una suerte de aide-mémoire colectiva (…), dando así a la nación sus señas (más bien míticas) de identidad y casi «eternizándola», como si el tiempo no pasara para ella, y sí para las generaciones, que se verían ya de antemano «inscritas», protegidas dentro de esa historia congelada (…).” (Duque, 2001: 112)

Para un grupo de jóvenes provotarios, una generación inconformista y deseosa de romper con el pasado, de des-inscribirse de una historia mítica y un universo simbólico aparentemente inalterable, el monumento y su en-torno se convierten en un perfecto campo de acción, cuando no de batalla, debido a sus significados simbólicos adheridos. Las acciones desarrolladas intencional y críticamente en dicho espacio están sujetas a un devenir contextual de sus significados, al entrar a dialogar con la simbología propia del monumento.

Como veremos en el análisis posterior, en tres momentos distintos de la historia de Provo, dicha simbología es precisamente la que determina la elección de reunirse en torno a un monumento u otro distinto. Esto evidencia una voluntad de apropiación crítica y subversiva de los valores del monumento en función del sentido que se quiere imprimir a los acontecimientos de la revuelta y aquellos previos a la misma. Por ello es posible sostener la importancia del componente contextual, o incluso site-specific, de la revuelta urbana en la historia de Provo.



_El orden ideológico y la manifestación del poder


Mencionados el orden espacial y temporal del monumento, y ligados a sus respectivas funciones, resulta oportuno detenerse brevemente en un tercer orden: el ideológico. Desde sus orígenes, el monumento es la manifestación encarnada, ya sea en piedra o en bronce, del poder. Grandes monumentos funerarios se erigieron en la antigüedad para la perpetuación o el recuerdo de un poder personal. Los relieves en piedra o, muchos siglos después, la inscripción de una placa conmemorativa en el pedestal, son espacios cargados de ideología en los cuales se ensalza el nombre o las vivencias de aquella persona a la cual el monumento es dedicado.

Por supuesto, cuando hablamos del monumento como manifestación de poder, no se trata exclusivamente de poder político, sino también económico. ¿Quién puede costear el monumento y encomendarlo a sus órdenes espacial y temporal, es decir, regalarlo a la ciudad o a la posteridad? Del antiguo poder personal a las compañías privadas, de las ansias de posteridad individual a los afanes lucrativos o publicitarios de colectividades capitalistas, el monumento ha cambiado de manos y propósitos. De hecho, las legendarias reuniones semanales que Grootveld comenzó a celebrar en torno al Lieverdje estuvieron motivadas por su lucha antitabaco, pues la estatua en bronce del pequeño amsterdammer fue un generoso regalo de una compañía tabacalera a la ciudad de Ámsterdam.



Tres monumentos


_Het Lieverdje: lucha antitabaco y nacimiento de Provo


El nacimiento de Provo estuvo marcado por la actividad que en los años previos llevó a cabo Robert Jasper Grootveld, quien se convirtió en un auténtico precursor del movimiento al cual se uniría posteriormente. Grootveld nació en Ámsterdam en 1932. Hijo de un anarquista, llevó en su juventud una existencia precaria que no minó su carisma ni su creatividad. Richard Kempton lo define como “un genio del absurdo” que “disfrutaba pregonando sus firmes convicciones contra el tabaco y la adicción a la nicotina hasta los límites creativos más extremos.” (Kempton, 2015: 35)

Con el paso del tiempo, la prolongada lucha antitabaco de Grootveld se radicalizó y sus actuaciones terminaron por convertirle en un personaje legendario de la vida en Ámsterdam al que se unieron numerosos cómplices y colaboradores varios. Una de sus primeras acciones directas contra la industria tabacalera fue la campaña “K”, que emprendió con el fin de prohibir la publicidad de tabaco en los Países Bajos. La palabra Kanker (cáncer) comenzó a proliferar escrita en los anuncios de tabaco por toda la ciudad. Esta acción perjudicó enormemente las ventas y le costó a Grootveld un encarcelamiento de dos meses en diciembre de 1961.

El mago antitabaco, como se hacía llamar, activista y performer a partes iguales, definió a los consumidores de nicotina como víctimas expiatorias o sacrificios humanos de la sociedad contemporánea adicta al consumo. A su salida de prisión, el sabotaje a la publicidad volvió a repetirse y, poco después, Grootveld abrió las puertas del Templo Antitabaco, que más tarde pasó a llamarse Iglesia de los Conscientes de la Adicción a la Nicotina. Se trataba en realidad de un viejo taller en Korte Leidsedwarsstraat donde tenían lugar auténticos rituales colectivos en los que Grootveld pronunciaba sus discursos contra el tabaco y los valores consumistas para, posteriormente, entonar a coro la canción antitabaco que emulaba un ataque de tos. En uno de estos rituales, en abril de 1964, el edificio ardió. A Grootveld le fue concedida la libertad condicional, pero sobre su figura y sus acciones aumentó considerablemente la vigilancia de la policía.

Sin su templo, empezó a ser necesario un nuevo lugar en el que reunirse y aquí fue donde el “hacer sitio” público del monumento cumplió una función determinante. En junio de 1964 comenzaron las reuniones en el Lieverdje, pues Grootveld advirtió que la estatua del joven amsterdammer era el regalo de una compañía tabacalera a la ciudad de Ámsterdam. Las reuniones y happenings de protesta en el Lieverdje se convirtieron en una rutina semanal. Cada sábado a medianoche Grootveld pronunciaba ante un público creciente y expectante sus elocuentes discursos. En ocasiones, estos contenían incitaciones a quemar la estatua que simbolizaba la adicción de las generaciones futuras a una sustancia venenosa. Con el paso del tiempo, la presencia de la policía también se convirtió en costumbre, así como sus intervenciones para dispersar a la multitud.

El 25 de mayo de 1965 se produjo el primer anuncio público de Provo en un panfleto que criticaba la inacción de los movimientos ban-the-bomby planteaba la urgente necesidad para una izquierda moribunda de encontrar nuevas líneas de acción: “cuando los eslóganes y los actos fallan tenemos que pasar a la acción y al ataque. ¡Creemos que solo un movimiento de izquierda revolucionario puede traer el cambio!” (Van Duyn, Lindt, y Hartzema, 1965) En el manifiesto, firmado por Roel Van Duyn entre otros miembros fundadores, Provo se anunciaba como una revista mensual de ideología anarquista que nacía en oposición a una sociedad capitalista, burocrática y militarizada. Tras uno de los multitudinarios happenings de Grootveld en el Lieverdje, Roel Van Duyn, al cual podemos considerar el principal ideólogo del grupo, y Rob Stolk, un joven activista que no tardó en unirse a Provo, repartieron panfletos del manifiesto que anunciaba el nacimiento de la nueva revista, la cual despertó inmediatamente el interés de Grootveld. El Lieverdje es por tanto el cruce de caminos que une la historia del popular mago antitabaco con la del grupo Provo, el cual se nutrirá del rico universo simbólico, del lenguaje y el círculo generado por el primero.

Durante los meses posteriores, el Lieverdje fue testigo silencioso de la escalada de violencia entre los jóvenes reunidos en el Spui y la policía. La tensión aumentó a partir del 28 de junio de 1965, con el anuncio oficial del enlace entre la princesa Beatriz y el alemán Claus Von Amsberg, quien tenía un oscuro pasado nazi que escandalizó a buena parte de la población de Ámsterdam. Este hecho detonó las primeras acciones urbanas de Provo y la publicación de algunos de sus conocidos Provokaties, panfletos críticos que trataban satíricamente temas de actualidad como la represión policial o los asuntos de la Casa Real Holandesa. Por ejemplo, los Provokaties #2 y #3 estuvieron dedicados al pasado nazi de Claus Von Amsberg. La agitación social fue en aumento en la ciudad, así como los enfrentamientos directos con las fuerzas policiales y los arrestos a miembros del grupo Provo. El 31 de julio de 1965 Grootveld no acudió a la cita en el Spui por razones desconocidas. Las personas que se reunieron allí prendieron fuego a la estatua en su ausencia, quemando una pila de periódicos a sus pies. Como un símbolo de la agitación y del estallido de una revuelta que aún era por-venir, el Lieverdje quedó envuelto en humo por primera vez.


_ Van Heutsz: desplazamiento y huellas del colonialismo


Ante los continuos daños que sufrió la estatua en reuniones siguientes, en un periódico semanal, el escultor Carel Kenulmans solicitó a Provo que trasladase su actividad a otro monumento de la ciudad y se tomó la libertad de sugerir el monumento del general Van Heutsz. Considerado un héroe nacional en la historia neerlandesa, Van Heutsz fue un militar que se convirtió en gobernador de las Indias Orientales en 1904. Así mismo, se le conoce por haber puesto fin a la guerra de Aceh, sometiendo a la provincia indonesia al control del poderoso imperio neerlandés que abarcó también territorios en América del Sur, Sudáfrica o Taiwán. La última colonia se conservaría hasta 1975, momento en que la República de Surinam declaró su independencia.

Los últimos rastros del colonialismo neerlandés sobrevivían por tanto en los años del movimiento Provo, si bien nada tenían que ver con el glorioso pasado representado por el monumento a Van Heutsz. No obstante, este monumento funerario y conmemorativo ligaba dicho pasado al convulso presente de los Provo y colocaba las huellas de la violencia imperialista en su nuevo punto de mira. Presentado al público en 1935 por la reina Wilhelmina, hasta entonces el monumento a Van Heutsz había gozado de cierta legitimidad como representación conmemorativa del poder colonial neerlandés. Pero los Provo aceptaron la sugerencia del escultor Carel Kenulmans y, a partir de septiembre de 1965, tres encuentros se sucedieron semanalmente en la nueva localización. La función del monumento como enlace entre pasado y presente y como lugar de memoria colectiva jugó aquí un papel fundamental, pues los Provo estaban determinados a cuestionar la herencia de dicho pasado y a des-inscribirse de la memoria colectiva para generar nuevos recuerdos con pintura blanca.

El 18 de septiembre el monumento a Van Heutsz se convirtió en escenario de un pulso entre los Provo y la policía cuando Peter Bronkhorst y Auke Boersma se encaramaron a la estatua y se negaron a bajar. La actuación de la policía consistió en dispersar a las más de doscientas personas reunidas en torno al monumento y, finalmente, procedieron también al arresto de los dos provos. Si bien esta experiencia marcó el fin de las actividades en el monumento a Van Heutsz, también contribuyó a dos cambios importantes.

En primer lugar, con respecto a las dinámicas del grupo Provo, las marchas y reuniones del mes de septiembre ampliaron el campo de acción colectiva en la ciudad y supusieron la antesala de los acontecimientos que tendrían lugar el 10 de marzo de 1966. Fue la primera vez en la cual las actividades de Provo se relocalizaron con un claro propósito y en la que grandes cantidades de personas marcharon juntas de un monumento a otro por las calles de la ciudad. Como en el juego del rey de la montaña, Provo había conquistado simbólicamente, aunque fuese solo por una noche, un monumento nacional y había demostrado su capacidad de desplazamiento y movilización colectiva, ampliando así su área geográfica de influencia en la ciudad.

En segundo lugar, con respecto al propio devenir histórico del monumento a Van Heutsz, a los ataques a su autoridad simbólica emprendidos por Provo en forma de pintadas y acciones siguió un aumento de concienciación por parte de las autoridades gubernamentales y los propios ciudadanos de Ámsterdam acerca del carácter problemático del monumento. La figura de Van Heutsz, ligada a la violencia del pasado colonial, se reevaluó críticamente en la conciencia colectiva de la ciudad. Numerosos ataques siguieron al año 1965, incluidos dos ataques con bomba y el robo del retrato en bronce, hasta que finalmente, en 2009, el monumento fue renombrado y eliminada toda referencia al general Van Heutsz.


_Dokwerker: revuelta y residuos del nazismo


El 10 de marzo de 1966 fue declarado por los Provo el día de la anarquía. Era también la fecha del enlace entre la princesa Breatriz y Claus Von Amsberg, el cual consiguieron sabotear con bombas de humo blanco. En esta ocasión, el provotariado se concentró en el monumento Dokwerker para comenzar la jornada de protesta (prottesthappening) contra el enlace real. De nuevo, la elección de la localización no descuidó las connotaciones políticas, históricas y simbólicas del monumento situado en el antiguo gueto judío de Ámsterdam. El Dokweker fue erigido en 1952 en memoria a la huelga de febrero de 1941, una respuesta de los ciudadanos de Ámsterdam frente a la legislación antisemita impuesta durante la ocupación alemana.

Dado el pasado nazi de Claus Von Amsberg, la concentración en el Dokwerker era idónea para evidenciar la problemática y mostrar el desacuerdo del provotariado. Desde el anuncio oficial del enlace, Provo ya había trabajado en su imprenta clandestina con el objetivo de llamar la atención sobre el pasado de Von Amsberg y tratar de generar un debate público. El Provokatie #2 se titulaba Claus Von Amsberg, Persona Non Grata y su repercusión fue escasa debido a la rápida confiscación de la policía. Pero el Provokatie #3, titulado Wie van de 3 is de grootste demokraat?4 encontró la manera de ser incluso más subversivo que el anterior debido a la acción que organizaron algunos miembros del grupo. El 3 de julio de 1965, durante la visita oficial de la princesa Beatriz y Claus a Ámsterdam, se produjeron protestas ciudadanas que las fuerzas del orden acallaron rápidamente. Pero las fuerzas del desorden también estaban presentes esperando su momento y listas para la acción. El futuro matrimonio recorría los canales de la ciudad en un barco cuando un reducido grupo de Provos lanzó los panfletos del Provokatie #3 desde un puente hacia el barco. El panfleto fue censurado por derechos de imagen, aunque también infringía la ley conocida como lese majeste que pena cualquier tipo de injuria hacia un miembro de la realeza o un gobernante; y sobre Van Duyn recayó una multa de más de 500 florines. Poco después, el primer número de la revista Provo también sería confiscado, pero las acciones represivas de la policía no harían sino aumentar la popularidad del grupo anarquista, algo a lo que también contribuyó su recurrente aparición en la prensa sensacionalista.

A pesar de las protestas de Provo y otros colectivos, pues los rabinos de la ciudad se opusieron públicamente a la boda en representación de la comunidad judía y también lo hicieron algunos miembros del Ayuntamiento; el enlace real se celebraría en Ámsterdam el 10 de marzo de 1966. Y el día de la anarquía que anunciaban los carteles llegó. Por la mañana varios centenares de personas se reunieron en torno al monumento Dokwerker para marchar juntas hacia la Raadhuistraat. Unas doscientas bombas de humo blanco estallaron aquel día en la Damplatz y en las calles principales del desfile nupcial, donde se concentraron aproximadamente cinco mil manifestantes. La represión policial no se dirigió únicamente hacia Provo, sino hacia cualquier persona que mostrara su desacuerdo protestando contra el enlace. La brutalidad de algunos miembros de la policía trató desesperadamente de acallar el grito “Leve de Republik” y se produjeron veintiséis detenciones.

Kempton, quien narra los acontecimientos del 10 de marzo con todo lujo de detalle en su citado libro, se refiere a este día como “el gran momento de la república holandesa”. (Kempton, 2015:81) Ciertamente, a partir de este momento tendrá lugar la institucionalización del movimiento Provo, ya que sus miembros decidieron participar en las elecciones al ayuntamiento de Ámsterdam consiguiendo un escaño. Meses después, la rebelión del 14 de junio de 1966, detonada por un recorte salarial a los trabajadores de la construcción, así como por la incapacidad del alcalde y el jefe de policía de Ámsterdam para controlar la situación, marcó el inicio del fin para el movimiento Provo. La revolución también comenzó en el Dokwerker y el enfrentamiento con la policía fue incluso más encarnizado, convirtiendo a la ciudad en un campo de batalla en el que se vivieron episodios tan violentos como el ataque a las oficinas del periódico conservador De Telegraaf. Días de enfrentamiento, disparos a un manifestante, barricadas y caos generalizado condujeron a las dimisiones tanto del alcalde Van Hall como del jefe de policía.

Curiosamente, tanto la dimisión de Van Hall como la reestructuración del cuerpo de policía eran dos de los objetivos programáticos del grupo Provo y así lo habían anunciado durante su campaña electoral. Una vez conseguidos, aunque probablemente no de la manera imaginada, la llama revolucionaria de Provo comenzó a extinguirse ante una incapacidad para redefinir los nuevos objetivos y estrategias del grupo. Pero no se extinguió dejando solo cenizas y humo blanco. Al contrario, la historia del movimiento se materializó en las publicaciones mensuales de la revista, los panfletos Provokaties y, más importante, en los Planes Blancos que suponían una estrategia de reforma estructural para hacer de Ámsterdam una ciudad más habitable, más creativa, más ecológica y menos autoritaria. El legado emancipatorio de Provo aún es palpable. Tantos años después, su espíritu revolucionario palpita con fuerza en las calles de Ámsterdam y en los monumentos cívicos que fueron testigos de su intenso recorrido hasta la disolución definitiva del grupo en 1967.


Tres momentos en la historia de Provo


En un panfleto electoral de Provo para las elecciones de 1966 aparecen unas sencillas ilustraciones de los tres monumentos citados: Het Lieverdje, el monumento a Van-Heutsz y el Dokwerker; así como el monumento del anarquista Domela Niewenhuis y las caricaturas del alcalde y el jefe de policía de Ámsterdam. Junto a estas ilustraciones se desglosan las promesas electorales de Provo. Es llamativa la aparición de los monumentos en el panfleto y este hecho sugiere que el grupo fue capaz de apropiarse de su imagen a la par de su simbología, es decir, de la memoria colectiva en ellos latente y de los valores que representan.

En primer lugar, el Lieverdje, el pequeño consumidor, monumento de la adicción a la nicotina contra la cual Grootveld luchó encarnizadamente con sus múltiples acciones y sus reuniones semanales en torno a la estatua. En segundo lugar, el monumento a Van Heutsz, lugar en el que persistían orgullosas las huellas del violento pasado colonial neerlandés. Por último, el Dockwerker, monumento de la resistencia ciudadana que llegó a representar la convicción de la lucha provotaria contra los residuos del nazismo en los Países Bajos, en aquel momento encarnados por la figura de Claus Von Amsberg.

Estas tres localizaciones fueron conquistas espaciales en la ciudad, ya que Provo supo nutrirse muy conscientemente de su simbología. La ampliación del campo de actuación de Provo en la ciudad marca tres momentos de evolución del movimiento en los cuales se enfrentó a tres problemáticas distintas: adicción al tabaco, huellas del colonialismo y residuos del nazismo. En suma, viejos valores contra los cuales el grupo anarquista mostró su desacuerdo de forma creativa mediante la ocupación del espacio público en la ciudad. El monumento se convirtió por tanto en el símbolo del conflicto con una herencia cultural e ideológica recibida.

Llegado este punto, hemos de recordar que la reunión en torno al monumento no fue el único rasgo distintivo de Provo, sino que también fue bastante común atentar contra el mismo en formas diversas. En base al componente contextual o site-specific de las protestas Provo, atentar contra el monumento implica necesariamente atentar contra un orden ideológico dado, el símbolo de un poder político o económico. El único monumento analizado contra el cual los Provo no atentaron fue el Dokwerker debido a que simbolizaba valores deseables de confraternidad ciudadana ante las políticas antisemitas impuestas en Ámsterdam por el régimen nazi. Es decir, se trataba de un monumento respetable según el corpus ideológico de Provo, un espacio que en sí mismo rememora y simboliza la protesta, la ruptura e, incluso, la provocación ante un poder opresivo.

Si bien este escrito no pretende ser una invitación a atentar contra cualquier monumento cívico, quizá el en-torno de los mismos pueda ser aún hoy, después de que la magia revolucionaria de los sesenta parezca haberse desvanecido por completo, lugar de encuentro en el cual se geste el debate de una ciudadanía crítica o, incluso, el escenario de las revueltas futuras. Probablemente no nos aguarde, en nuestro contexto postmoderno, el porvenir revolucionario que el provotariado deseaba, pero sin duda quedan aún algunas revoluciones por-venir.



1. Así es como el precursor de Provo Robert Jasper Grootveld definía el área central de Ámsterdam, formada por los numerosos anillos de canales.

2. Los Planes Blancos de Provo fueron un conjunto de propuestas que nacieron de diferentes miembros del grupo para generar cambios en las condiciones de habitabilidad de Ámsterdam. Algunos de los más destacados fueron el Plan de los Pollos Blancos, que proponía sustituir el cuerpo policial de la ciudad por una suerte de trabajadores sociales, y el Plan Blanco de las Bicicletas, cuyo objetivo era implantar un sistema de transporte urbano gratuito y no contaminante.

3. Según el filósofo francés la función de la policía es la de mantener el orden, velando por un determinado reparto de lo sensible que asigna los cuerpos a un espacio y un tiempo determinados. Por el contrario, la política vendría más bien a desestabilizar el orden policial a través del disenso, lo cual implica emprender la lucha por un nuevo reparto de lo sensible. En una interpretación propia de la teoría política de Rancière, la policía estaría representada por la representación conmemorativa del monumento mientras que la política puede estar encarnada en el grupo de personas que se reúnen en torno a él no para contemplarlo, sino para cuestionar lo que dice en una lengua simbólica y proponer valores alternativos.

4.  Podría traducirse como ¿Cuál de los tres es el más demócrata? Una pregunta que es, como mínimo, irónica teniendo en cuenta el pasado fascista de sus tres protagonistas: Claus Von Amsberg, Carlos Hugo de Borbón-Parma, que había contraído matrimonio con la princesa Irene, y el príncipe Bernhard Leopold, marido de la reina Juliana.


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Inauguración del Monumento Nacional en la Damplatz, 1956.                                                                                      


Jóvenes en torno al Monumento Nacional en la Damplatz, 1970.



































































































Robert Jasper Grootveld junto al Lieverdje, 1964.
















































































Acción de Provo en el monumento a Van Heutsz, 1965.